Preparativos para el masaje

Para aumentar los beneficios del masaje es importante estar preparados física y mentalmente.

La mejor colaboración de su parte consiste en relajarse en lugar de “prestar ayuda” a los movimientos del especialista. Deje que el masajista desplace sus brazos o cambie la posición de la cabeza cuando lo considere conveniente.

La manera ideal de recibir el masaje es con ropa interior muy liviana, a modo que la misma obstruya el recorrido de las manos lo menos posible. Es importante, también, desprenderse de lentes, lentillas, anillos, collares y todo tipo de alhajas.

Intente no ir al masaje con una idea preconcebida (por más que ya se haya practicado uno u otros con anterioridad). Dependiendo del experto, su formación y el cuadro del paciente, a veces los protocolos comienzan con el cuerpo boca abajo, otras boca arriba, algunas de costado, etc. Permita que el profesional le aconseje lo que es mejor en cada momento.

Algunas personas tienen dificultad para relajarse. Si es su caso, aproveche la oportunidad para concentrarse en la respiración y hacer algunas inspiraciones profundas rítmicamente, sacando todo el aire residual de los pulmones cada vez que exhale. Intente respirar en forma consiente sin forzar la entrada o salida del aire.

Es recomendable no mantener conversaciones durante el masaje. No obstante, si siente alguna incomodidad, trasmítala inmediatamente para resolverla antes de que llegue a generar dolor y/o tensión. Permítase hacer exclamaciones, bostezar, llorar o dar suspiros, son todas acciones posibles y normales durante el masaje.

Por último, traté de reducir su participación a estar consiente de cada toque y de la sensación corporal y emocional que le produce. No interprete, solo perciba lo que siente y deje fluir las emociones. Continue con la respiración serena y profunda.

Al finalizar, tendrá el tiempo necesario para salir lentamente de la relajación y recuperar el tono muscular. Recuerde sentarse progresivamente de costado, apoyando el codo sobre la camilla.